lunes, 17 de febrero de 2014

Mi Venezuela amada... qué nos pasa.

Escribo estas líneas con la firme convicción de expresarme, no sé si me vas a apoyar al leerlas o me vas a atacar, pero igual debo escribirlas.

Muchos nos expresamos de la violencia en Venezuela sin entender de dónde viene y mucho menos hacia donde nos lleva este peligroso circulo vicioso.

Por un lado somos muchos quienes culpamos al gobierno de turno por lo que estamos viviendo, porque los niveles de impunidad son elevados, la corrupción es un flagelo que ha logrado traspasar toda barrera y se ve que a la cárcel va el que no tiene dinero, y a eso debemos sumarle es desabastecimiento. Es algo innegable y que queramos o no debemos reconocer su existencia.

Por otro lado estamos quienes defendemos las políticas y medidas adoptadas por el Gobierno, control cambiario para evitar la fuga de capitales, expropiaciones para evitar monopolios y controles a nivel económico para evitar la usura y la especulación, teniendo claro que hay una gran apuesta, desde la estructura del Estado y desde sectores privados, a que las mismas no funcionen.

Esas visiones no se contraponen, muy por el contrario nos ayudarían a construir y corregir, pero hay algo que nos afecta y mucho... somos INMEDIATISTAS.

Al decir que somos INMEDIATISTAS me refiero al hecho de creer que una ley nos va a resolver la vida, que una marcha nos va a sacar del lío social que tenemos. Debemos construir desde la tolerancia y el respeto, de amor por todos, desde la identidad de país donde todos empujemos hacia el mismo lado, dejando los intereses partidarios y personales por intereses superiores de bien colectivo.

La violencia se reduce con familias sólidas, donde se fomente el respeto, el amor, la solidaridad... queremos menos corrupción, pero anhelamos un cargo sin mérito, nos esforzamos por hacer que el Gobierno sancione a los especuladores, pero seguimos haciendo "trampas" para ganar más con menos esfuerzo.

Dijo una vez Monseñor Herás, "en un problema no eres inocente, porque eres parte del problema o eres parte de la solución".

Para despedirme quiero pedirte que revises tus actos, ¿fomentan la unión o promueven la división?, porque es allí donde empieza la espiral de violencia.

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