domingo, 14 de enero de 2018

El triángulo de Kanisza y el miedo escénico

El miedo escénico es una realidad que muchos padecemos, el problema no está en lo que realmente produce, sino en la apreciación que nosotros tenemos sobre él. 
Para ilustrar mi ejemplo quiero, de favor, que observes la imagen que está al lado. ¿Observas un triángulo blanco? Sé, que me responderás con una seguridad inquebrantable que sí.
Te felicito por tu respuesta, pero sucede que en la imagen no hay dibujado triángulo alguno. Este ejercicio que acabamos de hacer es conocido como triángulo de Kanizsa, y su efecto es conocido como contorno subjetivo, una ilusión óptica explicada en 1955 por el psicólogo italiano Gaetano Kanizsa, con el cual podemos demostrar que el miedo escénico es una realidad diferente a lo que existe en nuestra mente, dependiendo en gran medida de nuestras experiencias, conocimientos previos y de los prejuicios con los cuales vivimos.
Eso sucede porque cuando algo que percibimos está, según nuestro parecer, incompleto, nuestra mente juega a favor y completa lo percibido, aunque eso no exista en la realidad.

La mente cuando nos controla y no nos deja mirar objetivamente la realidad nos afecta negativamente, produciendo en nosotros tensión mental y afectando nuestro cuerpo.

¿Cuántas veces, antes de hablar ante un público, pasamos horas y horas imaginando nuestra intervención con consecuencias desagradables? ¿Cuántas veces la sudoración abundante, la aceleración de la frecuencia cardíaca o una sensación persistente de mareo son nuestra base informativa para concluir que será un completo desastre nuestra participación?
Nosotros estamos, culturalmente, instruidos para pensar en negativo. Imaginar lo malo. Es de común uso el refrán “piensa mal y acertaras”, con lo cual nos alimentamos de erróneas percepciones. Si el ejemplo lo llevamos a otras áreas de la vida diaria, descubriremos en las ilusiones ópticas demostraciones contundentes para afirmar “que la “realidad” es diferente a lo que parece ser”.

Podemos decir entonces, que el paradigma del miedo escénico, es una forma individual de verlo, vivirlo y entenderlo, es lo que en Programación Neurolingüística se define como mapa, siendo un compromiso personal el tomar medidas para derrumbar esas “ilusiones” o “paradigmas” y caminar con propiedad hacia el placer escénico.