Cuando uno observa a Tony Robbins,
Simon Sinek o Jessica Cox mover al auditorio con su sola presencia, la pregunta
que llega a la mente es cómo lo logran.
Muchos dirán que ese magnetismo es
algo que no todos pueden alcanzar, pero la verdad va más allá. Ellos tienen 3
elementos que los hacen seductores. Tres elementos que los ayudan a nunca pasar
desapercibidos y con los cuales logran imprimir fuerza y vitalidad al público
que los escucha.
Esos elementos son: visión, actitud
y conocimiento. En el caso de la visión es la que los mueve a estar en
acción constante, a caminar hacia sus objetivos, permitiéndoles vivir con
entusiasmo y compromiso que vuelven contagioso para los demás. Gracias a la
visión tienen una fuente inagotable de inspiración y fuerzas para los momentos
difíciles.
El otro elemento es la actitud, que
es la manera que tienen de afrontar la vida. Ellos son seductores porque
muestran la forma de ser resilientes. No es algo que se compra. Es conquistada,
a través de una decisión propia. La actitud se trabaja de una forma
consciente y eso lo valora el público que les escucha, por lo tanto, se siente
atraídos por esa alegría y seguridad que transmiten.
Como último elemento de los oradores
seductores tenemos el conocimiento. Es el conjunto de experiencias que les han
permitido forjar la personalidad. En cada uno de los oradores que nos llegan a
seducir hay una cantidad ilimitada de información y vivencias, que son
almacenadas y que son correctamente utilizadas. Allí es donde son diferentes.
Saben qué hacer con lo aprendido y con lo vivido.
Es por ello, que el transitar de
nosotros en el mundo de la oratoria debe ser un transitar con visión,
actitud y conocimiento para lograr ese deseo ferviente en el auditorio
de escucharnos.
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