domingo, 22 de octubre de 2017

No es combate, tampoco es lucha. Recomendaciones

Cuando nos preparamos a hablar en público muchos son los pensamientos que nos invaden y son muy variados los síntomas físicos y fisiológicos que llegamos a experimentar. Todo este cóctel nos lleva a pensar que las presentaciones orales son una especie de combate por supervivencia o en el mejor de los casos, son un tiempo de lucha contra la sudoración, náuseas o tensión muscular.  

Concebir las presentaciones así en gran medida nos aleja del placer que necesitamos sentir. Lograr el placer escénico tiene por fundamento pensar que no estamos solos contra las fuerzas del mal. Es por ello, que en cada oportunidad que tenemos para expresarnos en público debemos creer que los demás necesitan de nuestras ideas.

Al inicio, cuando no se tiene el hábito, puede resultar algo complicado, pero podemos concebir las presentaciones como un espacio de entrenamiento y ejercitación, más que lucha o combate, para ello vamos a ir definiendo objetivos que podamos cumplir, un ejemplo que podemos asumir es el de contarle a nuestros seres más cercanos sobre una experiencia que hayamos vivido. Seguro me dirás que eso ya lo has hecho. Entonces toca evolucionar. ¿En qué espacio se te dificulta más expresarte?, defínelo e intenta un paso significativo: intervenir brevemente, ya sea para iniciar o cerrar el momento, proponer una acción, sin defenderla, solo exponerla, leer un acta ante todos. 

Con estas propuestas lo que busco es que te desenfoques del miedo y te enfoques en tus capacidades. Porque luchar o combatir implican un gasto excesivo de energía mental-corporal, mientras que el entender las presentaciones como un entrenamiento te acerca al placer escénico que tanto buscamos.

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