domingo, 10 de diciembre de 2017

¡Cuidado!: No siempre la practica hace al maestro


Cada uno de nosotros escucha de manera continua expresiones que, atribuidas a la sabiduría popular, las da por ciertas. “Loro viejo no aprende a hablar”, “el que nace para martillo del cielo le caen los clavos”, o el muy famoso “la práctica hace al maestro”. 

Utilizar de manera indiscriminada es dar por verdadera esas expresiones y no nos detenemos a pensar en el nivel de engaño que en ellas pueden existir. Los oradores no somos seres extraordinarios, pero por nuestra entrega a la palabra debemos estar atentos para barrer de nuestra mente esas frases que nos pueden anclar y por tanto imposibilitan nuestro crecimiento.

En más de un curso o entrenamiento, de oratoria y de desarrollo personal, he visto como a los asistentes se les repite, “no hay cosa que la práctica no nos permita alcanzar”, afirmación muy cierta, hasta la mitad, porque al aplicarla al arte de la oratoria,  lo que corresponde al lenguaje corporal, al tono de la voz, a las pausas, la estructura del discurso, la forma de argumentación, los silencios y hasta la vocalización se puede mejorar con un aprendizaje de ensayo-error, pero hay requisito fundamental que allí hace falta identificar: Tener intención de corregir.

¿Será que un padre con tres hijos es mejor padre que aquel que tiene uno solo?, ¿Será que aquel que reprueba siete veces una materia aprendió más que quienes aprobaron en un solo curso?

Las respuestas son de lado y lado, pero la verdad es que nada que hagamos sin intención de corregir va a dar frutos positivos. Allí la clave.

Cuando te dediques a entrenar el fondo y la forma de tu próxima presentación es necesario tener claro que debe existir un compromiso por corregir. ¿Qué hicimos mal? ¿Cómo lo podemos hacer bien? ¿Cómo lo hicimos? ¿Podemos hacerlo de otra forma? Esas preguntas nos van a alimentar y nos permitirán ejercer la humildad para reconocer los aspectos no solo que debemos practicar, sino que debemos mejorar.


Ya sabes, no siempre la practica hace al maestro, porque al maestro lo hace la practica consciente de las debilidades y fortalezas para corregir y mejorar.

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