domingo, 15 de septiembre de 2024

Adiós, mi verso

El viento susurraba su nombre en cada esquina de la ciudad, como un eco persistente de una admiración que floreció en silencio. Sus miradas se cruzaban en cada encuentro, entre los anaqueles de poesía y filosofía, tejiendo un universo de complicidades en cada gesto imperceptible.

Él, un alma inquieta, encontraba en sus ojos la calma que buscaba; ella, una soñadora empedernida, veía en él la fuerza para alcanzar sus metas. Compartieron tardes enteras, sumergidos en profundos aprendizajes, desentrañando los misterios del mundo y los secretos de sus sueños.

Sin embargo, la prudencia ante lo desconocido y la fragilidad de sus emociones los mantuvieron a distancia. Palabras como "me gustas" se quedaron atrapadas en sus gargantas, ahogadas por la incertidumbre, sobre todo en ella. Y así, la admiración creció en la penumbra, alimentándose de miradas furtivas y sueños compartidos.

Hoy, ella emprende un nuevo viaje, dejando atrás la ciudad que los vio conocerse. Su partida es un verso inconcluso, una melodía interrumpida. Él la observa desde la ventana, su corazón desgarrado por la ausencia.

En cada maleta que cierra, se lleva consigo un pedazo de él, y en cada paso que da, lo siente más cerca y más lejos al mismo tiempo. La ciudad, ahora vacía sin ella, se convierte en un laberinto de recuerdos. Cada rincón, cada aroma, cada sonido, la evocan.

Él sabe que la vida no siempre tiene un final feliz, a veces simplemente se transforma. Y aunque el destino los haya separado, la admiración que compartieron seguirá siendo su faro en la oscuridad.

Quizás algún día, el destino los vuelva a unir, o tal vez el recuerdo de conocerse sea suficiente para llenar el vacío que dejaron en sus vidas. Lo cierto es que, mientras ella se aleja, él sigue escribiendo su historia, con la esperanza de que algún día puedan volver a leerla juntos.

jueves, 12 de septiembre de 2024

Comentario Versátil

Era un juego extraño el que habían iniciado. Él, con su sonrisa boyante y sus ojos desentendidos, se acercó con halagos y atenciones. Ella, con su aire enigmático y sus respuestas esquivas, lo mantenía en vilo.

Él le ofrecía compartir y ella, con una sonrisa tímida, le respondía: "quizás otro día". Cuando la invitaba a clase, ella decía: "iré, pero no como tu alumna". Si la tomaba de la mano, ella no la retiraba, pero tampoco la apretaba con más fuerza.

Cada una de sus respuestas era una puerta que se abría a un nuevo laberinto de posibilidades. Era como intentar descifrar un acertijo sin tener las piezas completas. Él estaba cada vez más intrigado, más obsesionado por entenderla. ¿Era coquetería? ¿Indecisión? ¿O acaso estaba jugando con él?

Ella disfrutaba de su desconcierto. Le gustaba verlo retorcerse ante sus palabras ambiguas. Era un juego peligroso, pero a ella le proporcionaba una extraña sensación de poder. Se sentía como una diosa caprichosa, decidiendo el destino de su adorador con cada sílaba. Lo dejaba acercarse porque él era un chico inteligente, capaz de entender el mensaje si realmente quería, por eso cuando le pidió permiso para soñarla, respondió: "lastimosamente no tengo control sobre los sueños", para luego aclarar que no era una prohibición.

La verdad era que ella no estaba apostando a un futuro, porque sabía que él tampoco. Le atraía, sí, pero era solo eso. 

Y así, el juego continuó. Él, cada vez más insistente, y ella, cada vez más evasiva. Era un baile peligroso, un juego de seducción que podía terminar en llamas o en cenizas. Solo el tiempo diría cuál porque la gran respuesta fue: acepto salir contigo.

domingo, 26 de noviembre de 2023

Las palabras no tienen poder, tienen consecuencias

 Las palabras son una herramienta poderosa que utilizamos todos los días para comunicarnos con los demás. A menudo damos por sentado las palabras que utilizamos y el impacto que tienen en nuestras vidas y las de quienes nos rodean.

Sin embargo, la verdad es que las palabras tienen consecuencias y la forma en que usamos el lenguaje puede moldear nuestras percepciones, creencias y acciones, ya sean para inspirar, motivar, destruir o edificar.

Cuando utilizamos un lenguaje positivo y edificante, podemos mejorar nuestro estado de ánimo, aumentar nuestra autoestima y mejorar nuestras relaciones con los demás. Por ejemplo, un simple "gracias" o "bien hecho" puede ser de gran ayuda para que alguien se sienta apreciado y valorado.

Por otro lado, las palabras negativas pueden tener un impacto perjudicial en nuestras vidas. Las críticas, los menosprecios y el lenguaje despectivo pueden hacernos sentir heridos, enojados e indignos.

Cuando utilizamos lenguaje negativo, podemos perpetuar y reforzar creencias y comportamientos dañinos. Por ejemplo, utilizar un lenguaje obsceno, ofensivo o irrespetuoso contribuye a entornos de violencia y agresividad.

Lo antes expuesto, lo refiero para que tomemos conciencia de la necesidad de usar las palabras con una sana intención, un lenguaje positivo y edificante, ayuda a fortalecer nuestras relaciones y generar confianza, respeto y comprensión. Por otro lado, las palabras negativas dañan nuestras relaciones y generan conflictos, hieren sentimientos y causan desconfianza.

Por ello, procuremos identificar qué palabras utilizamos para que sean de positivas consecuencias. tú, qué palabras utilizas.