martes, 2 de febrero de 2016

¿Razón o emoción al elaborar una conferencia?

Cuando nos toca elaborar una conferencia qué es lo que nos debe dominar, ¿la razón o la emoción?. Es una pregunta me que surgió al momento de leer un libro del profesor Antonio Pérez Esclarín.

Quiero aclarar que en el proceso de elaboración incluyo las acciones que van desde la definición del tema, los objetivos, el público destinatario, el tiempo de duración, hasta la decisión  de enunciar las conclusiones.

Confieso que al inicio defendí como valido que seamos dominados por la emoción positiva, dejando que ella nos embriagara en su elixir, para organizar las ideas que en un momento dado sentimos con un tema o idea para una conferencia, pero me sucedió que estando en ese proceso de elaboración, una llamada telefónica me robó esa sensación dominante. No pude avanzar más. Sencillamente eso. No logré avanzar y vi cada uno de mis apuntes con otros ojos, con los ojos de la racionalidad.

Logré releer todo y descubrí que me estaba enfocando demasiado en el contenido, con lo cual iba a aburrir al público. Fue allí donde entendí que en la oratoria aplica el viejo adagio "los extremos siempre son dañinos". Además constaté, que con la euforia guiando mi pensamiento no había preparado las posibles objeciones que los asistentes podrían hacer al tema. Error grave.

Ciertamente, la emoción es necesaria para contagiar las ideas, tal como lo afirmo en otra publicación, pero para elaborar la conferencia la razón debe tener un lugar privilegiado, para poder definir los objetivos a alcanzar. Porque puede ser que la conferencia tenga fondo, pero no forma. Peligro que se debe evitar siempre, porque una conferencia es una conversación, no un monologo.

Y retomando la pregunta ¿razón o emoción al elaborar una conferencia?, mi repuesta es que  ambas tienen legítimo derecho de participar al momento de elaborar la conferencia, teniendo presente que el equilibrio es lo que debe reinar para generar un producto gustoso y exitoso.

¿Tú, qué opinas? 

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