domingo, 18 de febrero de 2018

4 hábitos ordinarios de los oradores extraordinarios


Todos tenemos hábitos, aprendidos o mimetizados, que nos caracterizan. La forma de peinarnos, de arreglarnos la ropa o levantarnos a una hora en específico, son ejemplos de los muchos que desarrollamos durante la vida. 

En nuestro caso, que nos esforzamos por ser extraordinarios oradores, debemos cultivar 4 hábitos ordinarios que nos ayudaran a ser más eficientes.

Capacidad de escucha. Un orador ordinario sabe hablar, un orador extraordinario sabe  escuchar. Porque escuchar implica el desarrollo de empatía entre los participantes de la conversación, y eso se da por conocimiento previo entre ellos o porque el tema de la conversación es de interés común. 

El segundo hábito consiste en aprender algo nuevo cada día. Este hábito es una forma de mantener la motivación, leyendo,  buscando nueva información, una nueva idea o historia, consultando las nuevas tendencias  pedagógicas o psicosociales, disfrutando de películas clásicas o de estreno que no se hayan podido disfrutar antes. Acá debemos considerar, no solo lo relacionado  con nuestras áreas profesionales, sino todo aquello propio de nuestro mundo afectivo, espiritual, cultural y hasta deportivo, esto nos permitirá desarrollar la capacidad de adaptarnos a situaciones nuevas y diferentes.

Un tercer hábito, es de riesgo, sí, porque consiste en buscar oportunidades para aplicar todo lo que se va aprendiendo, ya sea la sala de espera de un ambulatorio o un auditorio universitario, siempre es necesario poner en práctica el fondo y la forma de nuestras intervenciones. Acá es importante revisar el hecho de salir y conquistar espacios. Por experiencia sé lo difícil que es para muchos tener un auditorio dispuesto a escucharnos, por ello, debemos ir. Conquistar. Alcanzar espacios no tradicionales, porque para un orador ordinario hay pequeños auditorios, para un orador extraordinario no existen los auditorios pequeños. 

Vamos ahora con el cuarto habito, optimizar el tiempo de práctica, para esto es necesario tener metas y objetivos precisos, ir paso a paso logrando metas, grandes o pequeñas, no solo es estimulante, también nos ayuda a mejorar de forma constante. Por ello, debemos  definir nuestra ruta para saber si vamos o no, por el buen camino.

Lo ordinario será practicar, hablar y corregir. Lo extraordinario es más completo porque implica conciencia, entrega y pasión. Orador ordinario es cualquiera cuya profesión le lleva a hablar en público, pero un orador extraordinario es aquel que se hace servidor de los demás desde la palabra hablada.

¿Eres ordinario o extraordinario? Nos revisamos y en la intimidad nos respondemos.