domingo, 28 de enero de 2018

Filosofías seductoras anuncian la muerte de la oratoria

En la actualidad muchos estamos siendo presionados para presentar innovaciones en las áreas en las cuales nos desempeñamos.

Ese fenómeno lleva a muchos a un “mimetismo social”, en el cual tratamos de presentar, como afirma el profesor Yael Jiménez Alvarado, una “expresión nueva para algo viejo”, donde tiene gran responsabilidad un "marketing deshumanizado" conjugado con algunas de las llamadas “neurociencias”,  especialmente las que no tienen asidero científico.

Para ello se recurre al desconocimiento de las personas, entre uno de los muchos principios de la agnotología, “sembrar el engaño para vender productos”, lo cual nos lleva a actuar sin ética.

Un ejemplo es la utilización de la expresión “neuro”, basada en el poder de los prefijos, para construir un producto que sea atrayente al mercado, aunque muchas veces, respetando las innovaciones que se han hecho, son la copia de algo ya existente, pero con un nombre construido con un único objetivo: vender, en palabras de Federico Karrmann, con “excusa marketinera”.

De ello no escapa la oratoria, la cual es atacada de manera incesante y es presentada como “obsoleta”, “en desuso”, “incapaz de entender” a la audiencia, otros al momento de explicar la oratoria como "arte" le llaman, peyorativamente, como "tradicional", no aceptando que la forma de entenderla hoy la hace juvenil, moderna o práctica,  ello con el objetivo de mostrar "sus ideas" como vanguardistas, al punto que muchos profetas de lo absurdo afirman que la “oratoria” está en un etapa de muerte lenta lo cual llevará a la desaparición.

Cierto es, que vivimos en la era de la imagen, caracterizada por el avance de la digitalización y la masificación de la información, pero la oratoria, "el arte hablar en público para convencer, conmover o persuadir", sigue tan vigente como en el siglo V a.c, porque es la herramienta indispensable de toda profesión, siendo a su vez “uno de los dones más extraordinarios” que posee el ser humano, y sus principios son tan actuales que apenas hoy, con todos los avances e investigaciones, estamos logrando entenderla.

Una muestra de su actualidad es que la frase de Pericles (c. 495 a.C. - 429 a.C), "el que sabe pensar, pero no sabe cómo expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar", es de permanente referencia en los ámbitos académicos y profesionales, la cual se acompaña del consejo de Warren Buffett “puedes mejorar tu valor como persona en un 50 por ciento con sólo poder hablar en público sobre tus ideas”.

Quiero que entiendas que no estoy en contra de la innovación, porque si de algo estoy seguro es que “nada permanece, solo el cambio” y sé que la irrupción de nuevas tecnologías es necesaria para entender y atender al hombre.

Sin embargo, estoy en contra de esa filosofía dañina, con gran poder seductor, que recurre a prácticas mal sanas: desprestigiar, calumniar o injuriar, con lo cual se arrastra a muchos y un orador debe evitarlo porque sus trajes, deben ser “la honradez y la bondad”. 

Para despedirme, quiero recordarte que la oratoria va más allá de simplemente hablar, va más allá de alcanzar éxito o fama, va más allá de vender o acuñar expresiones, porque la oratoria es la expresión propia del ser humano y morirá cuando el ser humano deje de existir.