Una expresión muy común referida a la oratoria es: las palabras tienen poder. Con esta generalización muchas veces se nos hace creer que de forma mística, esotérica o mágica una palabra o conjunto de ellas tiene poder por sí sola.
En Retórica se habla de palabras mágicas, en PNL es común el
hablar de palabras frías o calientes y en muchos cursos de Oratoria se habla de
palabras de poder, haciendo referencia a un supuesto “poder hipnótico”, pero el
poder que tienen las palabras para crear, ilustrar o definir todo lo que nos
rodea, no radica en ellas mismas, son un medio, no el fin mismo.
Por ejemplo, una pareja está conversando y uno de ellos dice “una palabra” fuera de contexto o que pueda generar algún tipo de confusión, eso puede causar la ruptura de la relación y lo vamos a atribuir al mal uso de las palabras, pero al revisar lo sucedido, nos encontramos con el hecho que fue la persona, en su imaginario emocional, en su dialogo interno, el que le dio poder a una "mala palabra".
Eso sucede a diario, personas que nos dirigen cualquier expresión peyorativa o la publican en nuestras redes sociales, cuyo efecto no depende ni de quien lo dice, ni de las palabras usadas, depende el poder que nosotros les demos y de la importancia que le asignemos.
En un momento de la historia donde el uso de las palabras se está supeditando a la manipulación emocional, como dice @alvarobonillab “estamos en la generación que más llora... que no puede ser firme y qué no entiende qué es eso del carácter”, corresponde asumir el poder y el control de las palabras.
Ellas crean, unen o destruyen según el poder que tú y yo le demos, pero recuerda que Dios es el único que tiene autoridad y eso es lo más importante.
Cómo usas el poder de tus palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario