sábado, 17 de diciembre de 2016

Los 5 puntos mágicos del Orador.

Cuando hablamos de Orador, hacemos referencia a un artista de la palabra que conoce, entiende y valora el efecto sublime de las palabras, pero para el común denominador, hablar de Orador es hablar de aquella persona que por el ejercicio de sus funciones recurre a la palabra hablada para transmitir mensajes.

Ahora bien, en ambos niveles, por llamarlo de alguna manera, hay 5 puntos comunes que permitirán al profesional de la palabra hablada volverse un artista de la misma, y esos puntos tienen una capacidad mágica de conectar con el público, que al fin y al cabo es quien valora y disfruta de la capacidad de un buen Orador.

1ro. Mirada. El primer punto mágico con el que cuenta todo Orador es la mirada. En la Biblia se nos dice que por la mirada se reconoce a un hombre (Eclo 19, 29); sentencia que podemos aplicar en la Oratoria: por la mirada se reconoce al orador. Si posee una mirada divagante, que nunca se detiene y mira sin parar a un lado o a otro, transmitirá nerviosismo o inseguridad, pero cuando la mirada es suave, con pausa, se vuelve una acaricia al público, permitiendo una conexión público/Orador, al tiempo que se vuelve el primer canal, del orador, para saludar, permitiendo a su vez transmitir emociones. Además, la mirada es una manera de conocer la actitud del público hacia la exposición, lo que piensa de ella, o si ni siquiera está pensando en ella porque ya se distrajo. Debemos siempre evitar la mirada agresiva o arrogante, esa que hace al público distanciarse del Orador por entenderlo altanero.

2do. Voz. El segundo punto mágico es también el canal donde fundamente el obrar de todo Orador: la voz. En un artículo anterior expuse que un orador usa su voz como medio de trabajo y por tanto debe dedicar tiempo a entrenarla, con el objetivo de mejorar la modulación, la entonación y la inflexión, para que al estar frente a un público podamos de manera efectiva transmitir emociones, a través de una buena voz, la cual debe caracterizarse por ser de forma clara, comprensible, con intensidades y ritmos convenientes. Cuando no tenemos dominio pleno de nuestra voz la intervención se afea, se vuelve aburrida, pesada de escuchar y por lo tanto deja de ser interesante lo que deseamos transmitir.

3ro. Manos. El punto intermedio de nuestro artículo, es también el punto mágico intermedio de todo orador: las manos.  Una correcta posición de las manos sirve de apoyo a una buena comunicación, porque permite que el orador las utilice como elementos auxiliares de la alocución. Las manos al igual que el rostro son los puntos desnudos o expuestos durante una intervención, por ello, el orador debe practicar el uso de sus manos, para que estas se vuelvan espontaneas y naturales de manera que al hablar sirvan de compas descriptivo o enfático para el orador, con lo cual el auditorio podrá sentir lo que se transmite con las palabras. Afirma Sebastián Loria que con las manos marcamos tamaños, indicamos direcciones, mostramos nuestras emociones y hacemos toda una serie de mímicas que, inconscientemente, enriquecen aquello que decimos con las palabras. Un golpe de puño sobre la mesa expresando furia; el pulgar hacia arriba indicando aprobación (al menos en ciertos países occidentales); las palmas de las manos abiertas (junto con la cara de póker) en señal de incredulidad. Y entre gesto y gesto, las manos se mueven al ritmo de nuestra voz, como si bailaran, para aportar mayor fuerza a lo que estamos intentando transmitir.

4to. Cuerpo: Todo orador basa su intervención en este cuarto punto mágico: El cuerpo. Dale Carnegie escribió: Una persona bajo la influencia de sus sentimientos proyecta su verdadero ser, actuando de forma natural y espontánea. Es allí donde el cuerpo, natural y espontaneo impacta, seduce y atrae. La guía de Toastmasters Internacional indica que “cuando mueves todo el cuerpo de forma controlada y resuelta durante un discurso, obtienes tres ventajas. Para empezar, el movimiento corporal puede apoyar y reforzar tus palabras. Y, por supuesto, el movimiento casi siempre atraerá la atención de la audiencia. Finalmente, el movimiento corporal es el modo más rápido y eficaz de liberar ansiedad y aliviar la tensión física. Todas estas características también pueden, no obstante, volverse en tu contra. Una regla para hacer del movimiento corporal tu aliado y no tu enemigo es esta: nunca te muevas sin un motivo”, ello es la base de la empatía, entendida como la capacidad de compartir las emociones y sentimientos de otras personas.

5to. La sonrisa. El último punto mágico del Orador es la sonrisa, para muchos la carta de presentación de todo profesional. Waldo Daniel Freire Reyes al referirse a la sonrisa afirma que "aunque apenas dura un instante, su recuerdo puede acompañarnos el resto de nuestra vida. Su valor es inmenso, pero nadie es tan pobre que no pueda compartirla o tan rico que no la necesite”. Por eso, todo orador debe usar esta herramienta, que además de ser gratuita, es preponderante para generar confianza con el público, porque una sonrisa sincera, tanto de saludo como de compasión o de ánimo, transmite sin palabras nuestros sentimientos.  Colaborando con el logro de nuestros objetivos ya sean de conmover, persuadir o convencer al auditorio, por ello debemos practicar nuestra sonrisa, para que se vuelva un hábito y resulte en nosotros un arma natural de seducción al público.

Al combinar estos 5 puntos de manera armónica podremos lograr una presentación mágica, tanto para el auditorio como para el orador.