Cuando
hablamos de Orador, hacemos referencia a un artista de la palabra que conoce,
entiende y valora el efecto sublime de las palabras, pero para el
común denominador, hablar de Orador es hablar de aquella persona que por el
ejercicio de sus funciones recurre a la palabra hablada para transmitir
mensajes.
Ahora bien,
en ambos niveles, por llamarlo de alguna manera, hay 5 puntos comunes que permitirán
al profesional de la palabra hablada volverse un artista de la misma, y esos
puntos tienen una capacidad mágica de conectar con el público, que al fin y al
cabo es quien valora y disfruta de la capacidad de un buen Orador.
1ro. Mirada. El primer punto mágico con el
que cuenta todo Orador es la mirada. En la Biblia se nos dice que por la mirada se reconoce a un hombre (Eclo
19, 29); sentencia que podemos aplicar en la Oratoria: por la mirada se reconoce al orador. Si posee una mirada divagante,
que
nunca se detiene y mira sin parar a un lado o a otro, transmitirá nerviosismo o
inseguridad, pero cuando la mirada es suave, con pausa, se vuelve una acaricia
al público, permitiendo una conexión público/Orador, al tiempo que se vuelve el
primer canal, del orador, para saludar, permitiendo a su vez transmitir emociones.
Además, la mirada es una manera de conocer la actitud del público hacia la
exposición, lo que piensa de ella, o si ni siquiera está pensando en ella
porque ya se distrajo. Debemos siempre evitar la mirada agresiva o arrogante,
esa que hace al público distanciarse del Orador por entenderlo altanero.
2do. Voz.
El
segundo punto mágico es también el canal donde fundamente el obrar de todo
Orador: la voz. En un artículo anterior expuse que un orador usa su voz como medio de trabajo y por tanto debe dedicar
tiempo a entrenarla, con el objetivo de mejorar la modulación, la entonación y
la inflexión, para que al estar frente a un público podamos de manera efectiva
transmitir emociones, a través de una
buena voz, la cual debe caracterizarse por ser de forma clara, comprensible,
con intensidades y ritmos convenientes. Cuando
no tenemos dominio pleno de nuestra voz la intervención se afea, se vuelve
aburrida, pesada de escuchar y por lo tanto deja de ser interesante lo que deseamos
transmitir.
3ro. Manos. El
punto intermedio de nuestro artículo, es también el punto mágico intermedio de
todo orador: las manos. Una correcta
posición de las manos sirve de apoyo a una buena comunicación, porque permite
que el orador las utilice como elementos auxiliares de la alocución. Las manos
al igual que el rostro son los puntos desnudos o expuestos durante una
intervención, por ello, el orador debe practicar el uso de sus manos, para que
estas se vuelvan espontaneas y naturales de manera que al hablar sirvan de
compas descriptivo o enfático para el orador, con lo cual el auditorio podrá
sentir lo que se transmite con las palabras. Afirma Sebastián Loria que con las
manos marcamos tamaños, indicamos direcciones, mostramos nuestras emociones y
hacemos toda una serie de mímicas que, inconscientemente, enriquecen aquello
que decimos con las palabras. Un golpe de puño sobre la mesa expresando furia;
el pulgar hacia arriba indicando aprobación (al menos en ciertos países
occidentales); las palmas de las manos abiertas (junto con la cara de póker) en
señal de incredulidad. Y entre gesto y gesto, las manos se mueven al ritmo de nuestra
voz, como si bailaran, para aportar mayor fuerza a lo que estamos intentando
transmitir.
4to. Cuerpo: Todo orador
basa su intervención en este cuarto punto mágico: El cuerpo. Dale Carnegie
escribió: Una persona bajo la influencia
de sus sentimientos proyecta su verdadero ser, actuando de forma natural y
espontánea. Es allí donde el cuerpo, natural y espontaneo impacta, seduce y
atrae. La guía de Toastmasters Internacional indica que “cuando mueves todo el cuerpo de forma controlada y resuelta
durante un discurso, obtienes tres ventajas. Para empezar, el movimiento
corporal puede apoyar y reforzar tus palabras. Y, por supuesto, el movimiento
casi siempre atraerá la atención de la audiencia. Finalmente, el movimiento
corporal es el modo más rápido y eficaz de liberar ansiedad y aliviar la
tensión física. Todas estas características también pueden, no obstante,
volverse en tu contra. Una regla para hacer del movimiento corporal tu aliado y
no tu enemigo es esta: nunca te muevas sin un motivo”, ello es la base de la empatía,
entendida como la capacidad de compartir las emociones y sentimientos de otras personas.
5to. La sonrisa. El último
punto mágico del Orador es la sonrisa, para muchos la carta de presentación de
todo profesional. Waldo Daniel Freire Reyes al referirse a la sonrisa afirma que
"aunque apenas dura un instante, su recuerdo puede acompañarnos el resto
de nuestra vida. Su valor es inmenso, pero nadie es tan pobre que no pueda
compartirla o tan rico que no la necesite”. Por
eso, todo orador debe usar esta herramienta, que además de ser gratuita, es
preponderante para generar confianza con el público, porque una sonrisa sincera, tanto de saludo como de compasión
o de ánimo, transmite sin palabras nuestros sentimientos. Colaborando con el logro de nuestros objetivos
ya sean de conmover, persuadir o convencer al auditorio, por ello debemos
practicar nuestra sonrisa, para que se vuelva un hábito y resulte en nosotros
un arma natural de seducción al público.
Al combinar estos 5 puntos de manera armónica podremos lograr una presentación mágica, tanto para el auditorio como para el orador.
Al combinar estos 5 puntos de manera armónica podremos lograr una presentación mágica, tanto para el auditorio como para el orador.