Cada uno de nosotros nos relacionamos con nuestros ambientes, de
una u otra manera, a través de la palabra hablada.
Esos vínculos nos llevan a tener un contacto físico y emocional,
que pueden servir para construir o destruir puentes, es importante entonces que
el objetivo que nos propongamos al conversar sea preciso y definido, buscando
siempre que nuestras intervenciones sean una bendición para los demás.
Para lograr
dicho objetivo podemos recurrir a las 5 vocales para hablar en público.
Agradecer. El
agradecimiento es un estado de ánimo enaltecedor, tanto para el que agradece
como para el que recibe el agradecimiento, por eso es que debemos dar las
gracias por cada oportunidad que nos den para expresarnos en público. Con
ello lograremos llenar al otro de algo positivo de nosotros mismos, podremos
acortar distancias y crearemos un lazo de unión profunda con esos maravillosos
seres con los cuales compartimos.
Entender. Este segundo
aspecto es muy relevante para que nuestro mensaje logre su
objetivo, porque al tener la responsabilidad de dirigir una palabras a un
grupo de personas debemos por encima de todo Entenderlos. Sí.
Entender que tienen expectativas y necesidades. Implica un esfuerzo consciente
para tratar de comprender qué pasa por sus mentes, cómo y por qué se
sienten así, pero no desde nuestra perspectiva sino intentando pensar como
piensan ellos, con sus creencias, sus valores. Debemos hacer énfasis
en el hecho que es al público a quien debemos satisfacer, no se trata de
decirle lo que consideramos o lo que queremos, sino lo que el público necesita
y eso solo lo podemos lograr interpretando sus estados de ánimo. Dice A.
Cury que "la capacidad de ponerse en el lugar del otro, entenderlos, es una de las funciones más
importantes de la inteligencia. Demuestra el grado de madurez del ser humano.”
Inspirar. Puede ser
temerario considerar la inspiración entre los aspectos al hablar en público,
pero lo hago entendiéndola tanto como producto, como proceso. Recordemos que la
definición de inspirar es “despertar o causar en
el ánimo un sentimiento, una sensación o una impresión”. Viéndolo así,
nuestras intervenciones siempre van a causar una impresión, siendo ineludible
la consideración de que la misma sea positiva y grata. Ahora bien,
ya sea que consideremos la inspiración como producto o proceso, debemos
recurrir a los mismos elementos: autenticidad, escucha activa, fuerza
emocional, humildad y dar esperanzas. Porque en la medida que seamos nosotros
mismos, en que escuchemos los silencios y podamos ayudar a descubrir la luz en
plena oscuridad, estaremos inspirando a ese público maravilloso que nos oye.
Observar. Hablar en
público no es solamente un acto de emitir o pronunciar palabras. Es un acto más
complejo, donde se activa nuestro nivel
racional, nuestro nivel emocional, nuestra experiencia previa, que
implica diseñar, organizar, evaluar y ejecutar un plan, que nos obliga a
observar las posturas y movimientos de las personas que nos oyen, como del
mobiliario que nos rodea. Para un orador, conferenciante, facilitador o
expositor el observar al público le aporta una gran dosis de planteamientos
creativos, porque lo pone “en percepción”, es decir, observando y encontrando
distintos hechos importantes para adecuar el discurso y poder ayudar a quienes
nos escuchan.
Unir. Se
afirma que el público “es un monstruo de mil cabezas”, esa sentencia nos invita
a lograr que nuestras intervenciones sean para “concordar
las voluntades u opiniones de dos o más personas o grupos para conseguir un fin
determinado, o hacer que sientan confianza o afecto uno por otro”. Y más en un
momento de la historia de la humanidad tan polarizado. No se trata de unir
a nuestros ideales o a nuestras propuestas, se trata de unir en proyectos
trascendentes y de interés común: la paz, la felicidad, el perdón, el amor, el
respeto, la tolerancia, siempre serán puntos a los cuales debamos unir a las
personas que nos escuchan.