Hace
unos días estando en la ciudad de Barquisimeto (Venezuela), con motivo del
inicio de un curso de oratoria que fui a dictar, un participante durante la
hora del almuerzo se me acercó y me dijo “profesor, ¿podemos transmitir autoridad en una conferencia hablando desde el corazón a pesar de no tener experiencia como oradores?”.
Recuerdo que mi respuesta fue en automático: Sí, pero sé que no fue de la más
satisfactoria porque nos interrumpieron y no pude explicar el porqué de ese sí. Por
eso decidí aprovechar y redacté este artículo, para compartirlo contigo y para seguir aprendiendo
de este hermoso arte.
La
clave de todo buen orador no consiste en hablar, consiste en lograr un
equilibrio armónico entre lo que sabe y conoce y la forma como lo transmite,
pero en el caso de transmitir autoridad, un elemento que no podemos dejar por
fuera es hablar desde el corazón.
Es
decir, para transmitir autoridad en una
conferencia necesitamos hablar desde el corazón, lo cual significa que necesitamos tener la capacidad de decir las cosas como son, como las sentimos, como sabemos que debemos
decirlas en un momento dado, porque trasciende el hecho de hablar suave,
fuerte o con ternura, implica exponer ideas y argumentos sin juzgar, sin acusar, sin esperar que nuestra intervención redunde en
acciones que nos favorezcan egoístamente.
Y
esto lo puede lograr tanto un orador novel como un maestro del arte de hablar
en público. Es algo que no está reservado en exclusiva para grupos privilegiados. La clave es siempre tener presente que
debemos empatizar con el auditorio, descubriendo sus intereses para usar de
forma transparente el corazón y con ello lograremos un punto común de entendimiento,
logrando que la comunicación tenga sentido.
Es
verdad que teóricamente suena fácil y en la realidad es siempre algo complicado,
por eso yo aconsejo en mis
entrenamientos que aprendamos a observar nuestro alrededor, observemos a
las personas en conversaciones, qué sientes, qué percibes, las personas durante
la conversación ¿se emocionan?, ¿sientes que se envuelven en las palabras?, luego
de eso debemos evaluar el cómo, para ello debemos estudiar la forma de decir
las cosas, ¿se nota en su expresión y en su forma de hablar que cree lo que dice?,
¿se nota que lo que está diciendo es natural o es fingido?.
No
todas las conversaciones te ayudaran a responder todas las interrogantes, pero podrás avanzar para entender el proceso persuasivo que cotidianamente vivimos
y luego en la práctica podrás llevarlo al escenario.
Así
que ánimo que la oratoria no es un arte para hablar a la mente, sino para
enamorar al corazón.